22 dic 2013

Kuro Obi

Habiendo asistido recientemente a unos de los exámenes de grado realizados por la Federación Madrileña de Karate, en calidad de aspirante y de uke, he tenido la oportunidad de pasar una jornada completa en compañía de gran cantidad de Karatekas, de estilos y formas de ver el Karate muy diferentes. 
Practicantes de Shito Ryu, Shotokan, Uechi Ryu, Goju Ryu e incluso Wado Ryu, competidores, tradicionalistas y pragmáticos nos dimos cita ayer con un objetivo en común: Realizar un buen examen y alcanzar el siguiente grado que acredite el esfuerzo que depositamos cada día en el Karate.

Fué un buen día, al menos para mí, mi uke y para aquellos que conocía o tuve la suerte de conocer, pues si bien no todos los aspirantes, una gran mayoría conseguimos alcanzar nuestro objetivo.

El cinturón negro, o Kuro Obi siempre ha simbolizado la destreza, la maestría, es todo cuanto ansia cada nuevo karateka que entra por la puerta de cualquier gimnasio, que mira con ilusión y respeto a los más veteranos de la clase, aquellos que han conseguido la cinta negra, y sueña con el día en que pueda llevarla en su cintura.

Si bien esto es un ideal muy poderoso, no es muy realista, pues todos hemos admirado a los cinturones negros cuando éramos novatos pero con el tiempo descubrimos que no hay que estar hecho de una pasta especial para ser digno de la cinta, realmente hoy en día, cualquiera puede llegar a serlo con un mínimo de constancia y esfuerzo.

La verdadera enseñanza del cinturón negro, radica en que no es la meta, sino el comienzo, y esto es algo que sólo se comprende una vez alcanzado este punto. 

El camino del Karateka es similar al de una cría de salmón. Al igual que el karateka desde la primera vez que entra en el Dojo enfoca todos sus esfuerzos en obtener la meta, el Kuro Obi, la cría de salmón que nace en lo alto del río vuelca su energía para llegar a la desembocadura. 
Pero una vez que el pequeño salmón llega a la desembocadura del río, comprende que no es la meta, sino el comienzo, que dispone ante él de todo el vasto e inmenso mar.

Sólo me queda dar mi enhorabuena a todos aquellos que obtuvieron el Kuro Obi, pues tenéis ante vosotros el océano del Karate, dispuesto a que exploréis cada uno de sus rincones.


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